sábado, 2 de agosto de 2014

LA VIUDA DE LA ATALAYA

Hola a todos.
Hoy, empiezo a subir fragmentos de mi relato La viuda de la atalaya. 
Los iré borrando de mi blog "Un blog de época" para pasarlos a esta blog que le he creado. Una historia tan especial merece tener su propio blog.
En el fragmento de hoy, dejaremos hablar a Julie, que es el nombre que recibirá a partir de ahora la protagonista.
Julie tiene un diario en el que cuenta todo lo que pasa por su cabeza.
Confieso sentir cierta adoración por los diarios, ya que tuve un diario en mi adolescencia.
Pero eso es otra historia.

                                  Camino por la atalaya del castillo. 
                                  Aunque mis padres siempre lo han negado, he oído rumores. Puedo sentir una presencia cerca de mí. 
                                  No la veo. Pero yo sé que está ahí. Puedo sentir que está cerca. Es una figura invisible, pero, de algún modo, se hace notar. 
                               Me río de mí misma al pensar que creo que existen los fantasmas. ¿De verdad existen los fantasmas?
                               No estoy sola caminando por la atalaya del castillo. Aunque no pueda verla, hay alguien conmigo. Es una mujer. 
                               Mi prima Frances sube a buscarme a la atalaya. 
-Está empezando a anochecer-me indica-Tus padres se están empezando a preocupar. ¿Te ocurre algo, Julie?
-Estoy bien-contesto. 
                             Pero es mentira. No me siento nada bien. No me gusta pensar que pueda haber un fantasma habitando en el castillo donde mis padres, mi prima Frances y yo vivimos. Es como sentir que hay una especie de amenaza que se cierne sobre nosotros. No conozco a ningún fantasma que sea bueno. 
                             Están los Ángeles de la Guarda. Pero los Ángeles de la Guarda son buenos. Se preocupan por los demás. 
-Entonces, es verdad lo que dicen-afirma Frances. 
-¿A qué te refieres?-inquiero. 
-Oigo hablar a los criados. Dicen que aquí vive un fantasma. Yo pienso que es una tontería. Pero...¿No notas que hay alguien más en la atalaya? No la veo. Pero siento cómo alguien nos estás observando. 
-¡Calla, Frannie, por Dios!
-¡Es la verdad! Ven. Bajemos. 
                         Frances me coge de la mano. Tira de mí para que la acompañe. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario